Mitos y Leyendas de Venezuela
martes, 10 de junio de 2014
La Llorona
El desgarrador llanto de esta aparición perturba las sabanas venezolanas. Está condenada a pasar todas las noches penando por sus hijos, a los que mató por error.
Esta mujer supo que su esposo la engañaba con su propia madre. En venganza, la encerró en la casa y le prendió fuego, sin darse cuenta de que sus hijos también estaban dentro. Desde entonces vaga persiguiendo hombres. Para quien la encuentra, ella se convierte en presagio de un destino terrible.
Waraira Repano
La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle. El Ávila es el nombre con que se conoce a la montaña que bordea el Norte de la metrópoli. En tiempos precolombinos recibía el nombre de Waraira Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos" o "la mar hecha tierra". Según los mitos de los indígenas venezolanos, en tiempos antiguos no existía la montaña.
Todo era plano, se podía ver hasta el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran Diosa del mar y ésta quiso acabar con toda el pueblo. Entonces se levantó una gran ola, la más alta que se había visto y toda la gente se arrodilló o e imploró perdón de todo corazón a la Diosa y justo cuando iba a descender la ola sobre ellos, se convirtió en la gran montaña que hoy existe. La Diosa se había apiadado y había perdonado a la tribu.
La Mujer Mula
Por el año 1815, la gente de la época presenció cómo una mujer se convirtió en mula de la cintura para arriba después de que le negara un plato de comida a su madre. El fenómeno ocurrió en su pequeño restaurante, donde llegó la anciana a pedir. Después de que su propia hija la botara, ella se encontró a un señor que le dio una moneda con una cruz de San Andrés sobre el sello. El hombre le dijo que volviera al restaurante, comprara una comida con esta moneda y, al darle su hija el vuelto le dijera: “quédate con eso pa’ que compres malojo”.
Después de seguir las instrucciones del desconocido, la hija de la señora sufrió la transformación delante de los que allí se encontraban, comenzó a lanzar coces y a relinchar, hasta que se fue del lugar. Después de ese día, la mujer mula aparece rezando en la iglesia de Las Mercedes, cubriendo su castigo con un gran manto blanco.
La Loca Luz Caraballo
Muchos habrán oído la historia de la loca Luz Caraballo en voces de niños andinos, la proeza está en entender lo que sus veloces lenguas pronuncian. Cuentan de una mujer enloquecida por perder a sus cinco hijos. Se dice que dos de ellos partieron a la guerra junto a Simón Bolívar, los que, según la leyenda, “se fueron detrás de un hombre a caballo”. Desde entonces, esta mujer enloquecida permanece penando por todo el páramo, de Chachopo a Apartaderos, buscando a los hijos que perdió.
El doctor "Knoche"
Su verdadero nombre era Gottfried Knoche y se le adjudica la creación de un líquido con el que momificaba cadáveres, inyectándolo en la vena yugular. Fue un médico alemán que vivió entre momias, en una hacienda en las laderas del Ávila, custodiada por cadáveres de la Guerra Federal. Al lado de la que fuera su casa, se encuentra un mausoleo donde descansaron los cuerpos embalsamados de Knoche, su esposa, sus hijas y sus asistentes.
Los vecinos de Galipán aseguran que aún se escuchan los pasos del galeno alemán, y que continúa entre ellos la presencia de las momias que custodiaban su hacienda. De ellas, la más famosa fue “el muerto que se negaba a morir”. Se dice que uno de los cadáveres que Knoche subió a lomo de caballo se zafó de las ataduras y rodó montaña abajo, desapareciendo por completo.
La Sayona
Cada vez que parece aquella mujer, con batola (saya) blanca y largos cabellos negros, las luces fallan. En medio de las sombras se muestra como una hermosa dama que cautiva a los hombres para luego mostrarles sus filosos dientes.
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